lunes, 13 de julio de 2015

La hora de saltar






-¡Eooo! ¿Me oyes?


Allí estaba, mirando al mar de nubes que enfrente de él se alzaba, de pie junto al punto más alto de la región que, casualmente, se encuentra a una media hora andando de la aldea en la que se crió. Después de medio día buscándole al final le encuentro. ¿Cómo no se me había ocurrido antes venir aquí? Con la carga emocional que este lugar tiene para él... Aquí es donde aprendió a saltar.


-¡Oye, tú! ¡Te hablo a ti, sí! ¿No podías siquiera decirle a la casera a dónde te ibas?


-Lo siento, tenía pensado volver en seguida, pero...


Veo que intenta buscar las palabras para explicarse, pero no las encuentra, no creo ni que existan. Durante unos instantes no se oye más que la brisa.


-No te preocupes, te entiendo a la perfección. Pero eso no quita lo preocupados que nos tenías a todos... Encima hoy.


Hace dos primaveras los cinco tuvimos el mismo sueño, en el que una silueta nos informó de nuestro sino, el de salvar la región y advertir al resto de aldeas de la peligrosa noche que está por caer sobre los tejados de nuestras aldeas. Nos dijo que nos preparáramos, que llegado el día deberíamos emprender nuestra aventura. Mucho ha llovido desde entonces, hemos dudado de ello, cuántas veces habré intentado hacer de esa “revelación” oídos sordos, para que volviera con más fuerza. Pero al final nos unió más que nunca. Llevamos semanas preparados, sabíamos que la señal estaba por llegar... Y estábamos en lo cierto.


-Aunque sabía que tú jamás lo harías, el resto estaban seguros de que habías desertado, huido o algo…


-Bueno, no les cuplo. Tampoco me he mostrado muy presente esta última semana. Y lo siento por ello, los nervios... Me tienen que no parezco otra persona.


-Ey, a mí no me hace falta explicación. Después de todo el tiempo que hemos pasado juntos sé cuando algo no va del todo bien contigo con semanas de antelación. -Sonreí. Y él también. Y entonces sonreí por dentro.


-Bueno, no sé tú, pero yo ya estoy preparado, ¿volvemos? -Dijo, andando hacia mí.


-Ummm... Claro, pero, ya sabes qué día es hoy... ¡Así que no me digas que nos tenemos que volver andando!


Me acerco a él, y le cojo de la mano. La miro y la siento, está temblando. Subo mi mirada, y aún y nervios, su expresión es firme y decidida, y a la vez, alegre. Estoy seguro de que está deseando intentarlo.


Entonces respira, me agarra aún más fuerte, y empezamos a correr hacia el acantilado.


-¡Esta vez, agarrate más fuerte! -Me dice justo antes de saltar.


Volamos, caemos en picado como aves rapáces, pero no tenemos miedo. Cojo su otra mano, agarro su cuerpo, nos abrazamos dejando el espacio justo entre nosotros para poder mirarnos a los ojos.


-Ahora es cuando me dices que me va a doler, ¿no? -Le hago sonreír.


-...coje aire.

Y nos esfumamos en la niebla.






Esta entrada ha sido parte del proyecto #UnaImagenMilPalabras. Aquí, la página con enlace a los participantes.